Uno de los problemas más acuciantes y aún no resueltos en Uruguay, al igual que ocurre en otros países latinoamericanos, es la situación de los niños que nacen, viven, crecen y se desarrollan en contextos de pobreza
La pobreza se asocia fuertemente con la exclusión social y la desigualdad, impactando sobre el crecimiento, el desarrollo integral (cognitivo, conductual y emocional) y la salud de los niños, en particular cuando sus efectos se imponen desde etapas muy tempranas de la vida y en forma continua.
Hombres y mujeres excluidos de procesos sociales y productivos integradores, desvalorizados y con dificultades de asumir el rol parental, conjuntamente a la pobreza crónica, aumentan las probabilidades de provocar en los padres estilos de crianza violentos e inconsistentes, que pueden derivar en casos de severo maltrato, violencia y abuso, causal mayoritaria de la pérdida de los cuidados parentales y el proceso de institucionalización.